¿Cómo supe que tenía la enfermedad celíaca?
- Fanny Solano Cruz
- 5 ago 2024
- 6 Min. de lectura
Mi historia como persona con enfermedad celíaca comienza hace tan solo dos años. Pero antes que eso, tuve múltiples síntomas que ahora puedo relacionar abiertamente con esta enfermedad.
Primeramente, quisiera aclarar para quienes aun no conocen qué es la enfermedad celiaca; esta es una enfermedad autoinmune que se desarrolla como respuesta ante la ingesta de gluten en aquellas personas que tienen alguno de estos dos genes llamados antígenos leucocitarios humanos (HLA) DQ2 y DQ8. Muchas personas con enfermedad celíaca tienen al menos 1 de estos genes.
Lo que ocurre es que el cuerpo, específicamente en tracto del intestino delgado que es dónde se lleva a cabo la absoción de los nutrientes provenientes de los alimentos, al detectar la molécula del gluten desencadena una respuesta autoinmude ya que la indentifica como una amenaza para el organismo produciendo inflamación. La constante exposición al gluten va dañando progresivamente las vellosidades intestinales impidiendo la absoción de cualquier otro nutriente.
Ahora que ya esta definida esta enfermedad, volvamos a mi historia. Yo no he sido una persona de comer mucho pan, fui criada en el campo y lo que más comíamos era tortillas, arroz y frijoles, tamal asado y tamales de carne. De modo que la funte principal de los carbos en mi dieta (sin así planearlo) nunca fue el pan. Sí comía arepas de vez en cuando o pan casero que preparaba mi mamá, pero como no había panaderías cerca comer un bagette era un lujo que nos dábamos cada tanto que mis padres salían a la ciudad.
Todo se condimentaba con hierbas como culantro coyote, apio, tomillo, orégano, ajo, cebolla y achiote que mi mamá sacaba. Mejor dicho, toda la comida era muy natural, y a diferencia de otros niños que desayuban cereal como "corn flakes" como mis padres no los podían comprar nos limitabamos a comer bananos en rodajitas en una taza de leche. La primera vez que comí una hambuguesa fue cuando yo tenía 9 años porque en la fiesta de la alegría en la escuela nos trajeron y recuerdo que fue lo más desepcionante porque llevaba pepinillos y ni me la terminé. Probé la primera pizza cuando tenía unos 12 años, era más como un pastel de carne molida y embutidos con mucha cebolla y chile dulce que una prima mía había hecho en la casa de otra tía, ella estaba en un colegio técnico y llevaba clases de cocina y estaba muy orgullosa de hacernos pizza cosa que el pueblo (ni cerca del pueblo) vendían. Pero no recuerdo haber tenido ningún tipo de reacción física desfavorable en ese entonces. Lo que sí recuerdo es que los lácteos me caían pesados. Como cualquier otra niña que fue recompensada con dulces mis postres favoritos eran el arroz con leche y la miel de coco. Pero ambos me generaban mucho dolor de estómago de modo que mi mamá era quien estaba pendiente de que yo no estuviera comiendolos ni muy seguido ni en exeso.
Ya en la adolescencia y con la exposición a un ambiente más amplio de opciones alimenticias lo que estabana a mi alcance siempre prefería cosas saladas como mangos verdes con sal y chile picante. Raramente comía pan o repostería, pero lo que siempre disfrutaba era los queques de cumpleaños.
Los síntomas podría decir que comenzaron después de mis 27 años cuando volví a comer hamburguesas de la M. Cada vez que comía, aproximadamente 30 minutos después estaba yo en el baño con una diarrea fatal. Pero yo me decía mentalmente debe ser el queso (por la lactosa). Mismo cuando me comía los taquitos de la Campana, debe ser el queso y por eso comencé a tomar encimas de lactasa para tolerar la lactosa.
Descubrí el sushi y me encantó, pero lo extra˜o era que ten´a la misma experiencia, y pens´ ha de ser el queso crema y lo dejaba pasar. Hasta que un día comí un helado y creo que las encimas para digerir la lactosa habían hecho a mi cuerpo recordar como auto abastecerse y no las tuve que volver a tomar.
Dos años despues de la pandemia y haber experimentado el COVID-19 en carne propia comencé a experimentar muchos gases estomacales cada vez que comía galletas, repostería, o pasta. Pasaba noches con muchos retortijones y no lograba dormir bien. Luego, salía a comer con alguna amistad y si había pasta o incluso pollo frito el resultado era similar. Entonces comenzaba una dieta blandita lo más liviana posible y me recuperaba en menos de una semana. Pero las ganas de comer repostería con el café de las tardes podía más, entonces buscaba una galleta o compraba algun postre y "no me afectaba". Al principio decía yo que era solo la comida de afuera, pero luego la misma comida que yo preparaba me hacía daño. Como mencioné, no usaba condimentos preparados, lo usual era solo hierbitas naturales y evitaba el pan porque sabía que era fuente de carbos y tenía miedo a subir mucho de peso. Aún así, seguía sin saber qué era lo que realmente me estaba afectando y para ese entonces comencé a experimentar contracturas musculares muy frecuentes, especialmente en la espalda. Fui a consultar y la doctora me recetó terapia física junto con algunos desinflamantes y relajantes musculares. Nada hizo efecto hasta por ahí de la sesión número 7. El dolor de espalda era tan fuerte que consideraba que el problema era el colchón y comencé a cotizar opciones.
Una de las cosas que me encantaba hacer en ese entonces era ver dramas coreanos comer ramen o pedir un express de pollo frito y cerveza, y aunque no lo quería aceptar en ese momento era una de la cosas que más gases e inflamación me generaba, pero obvio porque no estaba comiendo pan, no tenía sentido para mi en ese momento. Un síntoma interesante era despertarme y al instante tener un ojo rojo, lo que llamaría uno comúnmente un "aire" en el ojo. Siempre lo asocié a los maquillajes, pensaba que serguro no me lo había removido apropiadamente. Pero lo extraño era que aún luego de varios días de no maquillarme y habiéndome removido el maquillaje por completo alguno de mis ojos se ponía irritado y llorando, cosa que podía durar hasta unas 10 horas. Vivía buscando marcas de maquillaje que fueran hipoalergénicas, invirtiendo cada vez en productos más caros pero al tiempo el resultado era el mismo, alguno de los ojos amanecía con ganas de llorar.
Cuando comencé a experimentar otros síntomas que afectaron mi desempeño y motivación laboral, me sentía fatigada, no podía concentrarme, tenía sueño todo el día porque dormía mal, y experimentaba una tristeza tan profunda sin razón aguna. Lloraba en el trabajo porque me hacían preguntas que no podía contestar, no entendía nada de lo que estaba pasando y me planté la posibilidad de renunciar. Pero en un momento de claridad recordé que yo amaba mi trabajo, me gustaba lo que hacía, los proyectos, los compañeros y que algo más podría estar afectandome.
Recordé que el pan y las pastas me caían "pesados" y los evitaba pero no era conciente de tanta contaminación cruzada a la cual estaba expuesta. Entonces busqué "síntomas de intolerancia al gluten" y descubrí que no solo existía la alergia al gluten, también estaba la intolerancia y la enfermedad celíaca, las tres comparten varios síntomas pero los míos definitivamente eran los de la enfermedad celíaca. Agendé una cita en la clínica y me enviaron a realizar examenes de alergias y el examen de antígenos DQ2 y DQ8 para confirmar si eran reactivos. Los resultados fueron positivos mis sospechas confirmadas. Cuando fui a la consulta con los resultados, la doctora me explicó que efectivamente esos eran síntomas de la enfermedad celíaca y que a partir de ahora la única forma de no volver a experimentarlos era evitando el consumo y que además debía cuidarme de la contaminación cruzada porque las moléculas de la proteína del gluten no de destruyen con el calor y se pueden transferir en el aire de una cocina o en la espoja de lavar trastes, que también hay condimentos que usan gluten e inclusive medicamentos de los que me tenía que cuidar porque contenían gluten.
Hacía poco que había hecho un post en una de mis redes sociales que decía "el vicio más difícil de dejar es el café con pan". Pues fue menos difícil de dejar de lo que pensé porque ahora tenía una razón de peso para dejarlo, claro dejé el pan pero no el café. Aun de vez en cuando me como una galletita o panecito libre de gluten obviamente, pero nunca más un pastel de chocolate, ni desayunar pancakes donde Denisse un primero de enero. Tuve que decir adiós al wiskey, la cerveza, al pollo frito, a la comida china y al sushi porque la salsa de soya y el tempura contienen gluten.
Hoy me siento bien, eso sí, tengo mucho cuidado con lo que como, si salgo a comer o pido expres de algún lugar "gluten friendly" siempre me tomo un par de mis cápsulas de encimas que glutaminasa que me ayudan a tolerar la contaminación cruzada. Lo ideal es no exponerse pero cuando no se puede evitar lo mejor es protegerse.
Si te sientes indentificado o identificada con mi historia, has experimentado algunos síntomas por favor dejamelo saber. Si eres una personas con alguna intolerancia al gluten cuéntame cómo te enteraste y cuáles síntomas experimentaste en el proceso.
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